miércoles, 30 de septiembre de 2009

La niña que lloraba

Ayer iba yo caminando por la calle, por una de las pocas calles tranquilas de mi barrio, cuando a lo lejos divisé que venían por la misma acera que yo, pero en sentido contrario (es decir, hacia mí) un padre y una niña que no debía de pasar de los 8 o 9 años, era algo tarde, quizá cerca de las 8. Ya desde lejos advertí que la niña iba llorando. Lo primero que pensé, pues los que me conocen saben que intento ser positiva, fue que era la típica rabieta de niño, de esas de ‘ah, no me has comprado los chuches, buaaa buaaaa’ y sonreí. Pero a medida que nos acercábamos empecé a escuchar algo de la conversación:

—buaaaa buaaaaa
—No llores, no llores, es que no he podido.
—buaaa buaaa. No pudiste cuando la plaza (…) (… esto no lo oí, mecachis) ni cuando la plaza de la Concordia.
—Es que no he podido ir…

Y justo en ese momento nos cruzamos, y justo en ese preciso instante la niña, con un llanto desgarrador le soltó casi gritando ‘NUNCA PUEDES VENIR A NADA’. Me heló el corazón. Era claro que la niña asistía a algún tipo de actividad extraescolar que tenía lugar en distintos emplazamientos y que su padre nunca podía ir a verla. No haré juicios de valor de nadie porque no sé nada de sus circunstancias. Sólo sé que ayer esa niña consiguió generar en mí una profunda reflexión social.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Atractivo

Mi profesor de inglés es muy atractivo. Y además es muy simpático, no, más que eso, es muy divertido. Me río a carcajadas en clase porque ha dado la casualidad de que a las dos últimas clases de conversación a las que he asistido, he ido sola, así que alumna y profesor hora y media de cháchara tan amena y eso propicia muchas risas. Entiendo que de haber más alumnos las risas serían más repartidas.
No hay peligro de enganche (permitidme la expresión) porque para florituras tengo yo el corazón ahora que me lo acaban de desmenuzar, ja… imposible mínimo latido hasta nuevo aviso; pero es uno de los hombres más atractivos que he visto en mucho tiempo. Y se lo agradezco, porque llevaba como 6 meses sin poner los pies en clase y en los últimos 10 días ya he ido 2 veces… lo que hace un valor añadido.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Ricardo Darín

Es complicado para mí actualizar mi blog dos veces al día, pero hoy tengo que hacer una excepción. Acabo de llegar del cine y me he quedado asombrada, una vez más, por Ricardo Darín.
Le he visto en El secreto de sus ojos, y aunque son muchos los actores que en esta película trabajan realmente bien, me tengo que centrar en Darín. Qué pedazo de actor. Me gusta haga la película que haga, lo cual es un problema porque a veces ha hecho películas aburridas a rabiar, pero es el precio que hay que pagar por seguir a un actor en su carrera. La de Darín va por muy buen camino.
No me atrae físicamente, lo hacía unos años atrás, lo confieso, pero ya ha pasado esa barrera del hombre que solo te atrae por su físico al que lo hace por su talento.
Por cierto, la película en cuestión no está nada mal. Dice el crítico de La Vanguardia de hoy que le sobra una media hora, estoy de acuerdo, pero seguramente lo que le sobra es un segundo a cada escena, con lo que ya tenemos la media hora. Me voy a quedar con una frase del borracho “en esta vida podemos cambiar muchas cosas de nosotros mismos, pero algo que nunca podemos cambiar son nuestras pasiones”. Es frase da paso a una de las escenas más impresionantes de esa película y de muchas otras. Me encanta el cine, no sé por qué no voy más, bueno, sí lo sé, pero no viene al caso.

Limpieza (u hombre del saco)

Hay una expresión catalana muy interesante que dice ‘fer dissabte’ (literalmente, hacer sábado). Esta expresión significa, a parte de otros matices coloquiales, hacer una limpieza a fondo. Se suele utilizar cuando alguien hace limpieza intensa, en especial de la casa. Bien, pues yo llevo unos cuantos días fent dissabte, porque le estoy pegando una limpieza a la casa, a los papeles y al ordenador, de padre y muy señor mío.
Esta mañana me he cruzado a la vecina en el rellano de la escalera e iba cargada con una caja llena de trastos. Con una sonrisa cansada de domingo por la mañana me ha dicho ‘hay que ver la cantidad de cosas que se acumulan en una casa’. Y qué cierto es.
Yo nunca he sido de conservar mucho tiempo las cosas, ni siquiera de conservar muchas cosas un tiempo. Entre otros motivos, porque no tengo espacio para ello, pero sobre todo, porque mi experiencia me ha demostrado que en mi caso, guardar por el famoso ‘por si acaso…’ no sirve.
La semana pasada saqué de casa un saco (literalmente saco, de esos de basura, azules, que hacen casi un metro de alto) lleno de trastos inservibles. Pues muchos de esos objetos en su día los había guardado porque en un futuro me podían hacer falta. Y considero que 10 años después, el futuro de esos objetos ya ha pasado, y si me han hecho falta, no me he acordado de que estaban ahí; entonces, ¿qué sentido tiene seguir conservándolos? Al saco.
Con algunos apuntes de la facultad me pasa lo mismo. No con todos, lo reconozco, hay asignaturas que están muy bien como están, pero otros, tomados a la velocidad del rayo, incompletos y a día de hoy más que superados o actualizados, ¿por qué iban a estar ocupando un precioso y exiguo espacio en mis estanterías? El valor sentimental lo guarda mi mente, no una carpeta llena de polvo. Al saco.
Por otro lado, a la mayoría de personas que me rodean, la ropa que tenían cuando contaban con 16 años, no le sirve a los 30, por lo que por maravillosa que me quedara aquella camiseta, me parece que lo más razonable es dársela a quien la pueda ocupar ahora con más éxito que yo. Al saco (de las ropas, no el de la basura).
Y sin duda alguna, lo ‘mejor’ de esta limpieza ha sido que… ¡he vuelto a ver a Hugh Laurie! Para quien no lo sepa, tengo una impresionante fotografía de Hugh Laurie (Dr. House en la serie de televisión) en el escritorio de mi pc, a veces me quedo embobada sin abrir ninguna ventana para poder contemplarlo buen rato :-) Pues, bien, intentando poner un poco de orden en los archivos de mi ordenador, empecé por eliminar los iconos que apenas toco de mi escritorio. A lo que había reagrupado 7 u 8 y eliminado otros tantos, me di cuenta de que el impresionante actor seguía ahí, mirándome de nuevo. Creedme, todo un placer que recompensa el esfuerzo de limpiar tan profundamente. Y lo bien que me encuentro ahora…

martes, 22 de septiembre de 2009

Risas

Hoy he tenido un ataque de carcajadas difícil de superar, como hacía tiempo que no había tenido.
Estaba sola en mi despacho, pero no sola en la oficina, un cristal transparente separa mi despacho del de mi compañero, que nunca levanta la cabeza de su ordenador, salvo para acompañar al resto de su cuerpo cuando sale de su mesa por algún motivo… bien, pues las risas eran tan escandalosas (no en vano esa es la diferencia entre risa y carcajada) que mi compañero ha levantado la cabeza para ver qué pasaba.
Si lo pienso fríamente, me inclino a pensar que esas risas tan beneficiosas para mi salud han sido producto del fenómeno de causa y efecto. Me explico.
Hoy me he quedado en el trabajo unos minutillos más de mi hora (sí, amigos, también soy una de esas frikies a las que no les importa echar un minutillo más en la empresa… horas, no, pues tengo mi propia teoría al respecto [que vendrá a colación cualquier otro día, no os preocupéis], pero unos minutos…).
Volviendo al tema de las carcajadas os cuento que me he quedado unos minutillos más porque a última hora ha llegado un tema urgente a mis manos que no he querido dejar para mañana. Bien, pues al finalizar ese asunto me ha llegado un e-mail de respuesta automática que contenía un error, pero un error tan simpático que no he podido hacer menos que estallar en carcajadas, aún me río sola mientras lo recuerdo. El jolgorio ha durado tanto que, como os comento, mi compañero de ‘al otro lado de la pared de cristal’ ha levantado la cabeza para ver si me encontraba en buenas condiciones o me había dado un ataque de locura transitoria por la que dar parte, con toda celeridad, al departamento de RR.HH. ;-)
Como buena compañera que me considero me he levantado a contarle la anécdota y compartir con él las risas que tanto de bueno le dan al espíritu. No se ha reído tanto como yo, claro, pero también se ha reído. Premio para todos, pues.
No desaprovechéis cualquier oportunidad que tengáis para reíros a mandíbula batiente, que en los tiempos que corren, esos momentos no se dan con mucha frecuencia.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Otoño

Si no ando muy errada y tal como me ha apuntado hoy un duendecillo, mañana entra en actividad mi querido otoño. Yo sé que para muchos es el final de su estación favorita, ya lo lamento por ellos, pero para mí, comienza la mejor época del año.
El otoño, que en equiparación a la vida humana vendría a suponer una edad muy respetable, no es más que la estación del cariño. En otoño comienza a hacer frío, pero aún no hace un frío petrificante, con lo cual, a uno le apetece más que nunca una chaquetilla fina, un jersey y, en mi caso, un pañuelo al cuello, porque en seguida cojo afecciones de garganta. Y alguien me podría decir, si no hiciera frío, no te pasaría eso. Pues no estoy de acuerdo. Este verano enganché un medio resfriado que a punto estuvo de echar al traste mis vacaciones. Aires acondicionados y bebidas frías, incluso helados o granizados que tanto apetecen en las bochornosas tardes de agosto, también son ideales para martirizar nuestras gargantas.
Lo dicho, empezamos por la rebequita en los hombros, pasamos a una chaqueta de punto gordo, y luego al pañuelo en el cuello o la bufanda. Y de ahí, al abrazo.
Si hace frío, yo necesito que me den calor, y una estufa está francamente bien, pero donde esté un abrazo, que se quiten todos los calefactores del mundo, bueno, todos los del mundo no, porque un abrazo podría sustituir un calefactor, pero a todos lo dudo.
A mí en otoño me apetece abrazar a todos mis amigos, no tengo ganas de separarme, porque no estamos sudando apestosamente como (al menos en Barcelona) ocurre el 99% de mis días de julio y agosto. Pero es más, es que me apetece abrazarme ¡a todo! Y no seáis mal pensados. Lo a gusto que me agarro yo una taza con café con leche en una cafetería mientras afuera caen unas gotas de lluvia…
Bienvenido a mi otoño, preludio de un invierno que, por qué no, también puede ser bonito, pero mejor lo hablamos cuando toque.
Os dejo, porque veo que está a punto de llover y creo que sin más dilación voy a ponerme mis botas, a coger mi paraguas rojo y voy a salir a la calle para con el pretexto de cualquier recado, dar un pequeño paseo, oler la tierra mojada y si sucede, dejarme abrazar por el otoño. ¿No os he dicho que para mí es la estación del cariño?

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Día del espectador

Hoy miércoles es el día del espectador para muchas personas y para muchos cines.
Pero para mí no.
Yo intento siempre que puedo ir al cine a ver las películas en su versión original, porque entienda o no entienda lo que los personajes dicen, su tono de voz lo dice todo, y es más natural. Al final, la película te gusta o no, pero lo hace por muchos motivos que nada tienen que ver con haber escuchado a los personajes hablando en un determinado idioma. Recuerdo haber visto la película india Agua, evidentemente no entendía nada de nada, y la película me encantó. Ojalá la viera todo el mundo, indios incluidos.
Así que para mí hoy no es el día del espectador, pero ha dado la casualidad de que he convertido este miércoles en un día del espectador más.
Ayer cogí una película en el videoclub (sí, amigos, soy una de esas frikies raras que no se bajan películas de Internet). Mi idea era haberla visto ayer y devolverla ayer mismo, que me hubiera salido más barato, pero alguien especial me propuso quedar a tomar algo y no lo dudé, lo primero es lo primero, y la dejé para hoy. La he visto y cuando la he ido a devolver, he encontrado otra que en su momento se me pasó en el cine y siempre que he ido al videoclub, también se me ha pasado (o no estaba disponible o excusas mil), así que sin dudarlo, también la he cogido, y si algún programa basura de la televisión no lo impide, también la veré hoy, con lo que habré convertido este día en mi particular día del espectador.
Por cierto, para vuestra información, la película que cogí ayer e iba a ver ayer, pero al final he visto hoy es El curioso caso de Benjamín Button, bastante buena (mejor hubiera estado en pantalla enorme), pero el mensaje que transmite es excelente, lo mires como lo mires, ojalá la viera todo el mundo, indios incluidos, por qué no.
La película que he cogido cuando e ido a devolver la del gran mensaje es Milk, que nada tiene que ver con la leche, de la cual ya hablé hace unos cuantos días, sino con Harvey Milk, un activista político de los años 70, que era gay y si no me equivoco (aún no la he visto) pagó un alto precio por serlo.
Os dejo, que la televisión me espera.
Por cierto, otro día os hablaré de lo mucho que ganan o pierden las películas si son vistas en una pantalla gigante o en la diminuta pantalla de nuestras humildes televisiones (u ordenadores) de nuestras casas.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La sirena

Una de las anécdotas de Londres que más tiempo tardaré en olvidar es la de aquella noche en la que sonó el peor sonido del mundo. Solo podía contarla una vez estuviera en España, con acentos, eñes y todos los elementos que necesito para escribir pensando más en el contenido de mis palabras que en el teclado que utilizo para escribirlas. Os cuento.

Imaginaos la estampa: las 9 de una noche fría. A esa hora ya he cenado y estoy bien relajada en mi la habitación de mi residencia haciendo mi homework, es decir, mis deberes (os recuerdo que no fui a Londres para pasármelo todo el día de parranda por ahí, sino para estudiar un poco de inglés) . Como las noches en Londres son muy frías incluso en septiembre tenía la calefacción puesta, no porque tuviera mucho frío, sino porque no me gusta dormir con aparatos eléctricos que desprenden aire encendidos y prefería apagarla antes de acostarme, pero como lo que yo quería era tener el cuarto caliente mientras dormía, las horas previas tenían que ser con la calefacción bien alta. Con lo cual, os vuelvo a poner en la estampa. Estaba yo tan feliz haciendo mis deberes y con bastante poquita ropa (por aquello del calor), cuando de pronto empieza a sonar una alarma que no supe identificar. El volumen era tan alto que no podía ni pensar, sin duda, el ruido venía de dentro de la habitación. Me asusté mucho, empecé a mirar el nuevo y "última tecnología" teléfono que me habían puesto en mi habitación por si la sirena ensordecedora venía de allí. Nada, ninguna luz extraña ni ningún signo de que el horroroso sonido viniera de allí. La calefacción, pensé, fui allí y tampoco nada, parecía todo en orden, pero el ruido era cada vez más intenso y no tenía ninguna idea de lo que podía ser. No pude reaccionar con lógica, reaccioné con instintinto de supervivencia, lo que tenía que hacer era salir de allí. Creo que incluso pude oír mi propio chillido cuando estava atravesando el umbral de la puerta.
El ruido no cesaba, y yo corrí todo lo rápido que pude hacia el patio del edificio, allí me encontré 3 chicos que pararon mi carrera, ¿qué pasa? les pregunté, y uno me dijo 'nada', y yo ¿pero qué pasa? ¿qué es esto? 'nada', me dijo uno de los chicos, y yo, evidentemente, ya tenía tal estado de nervios en mí que no me iba a conformar con esa respuesta. Había empezado a temblar. De pronto oigo 'la alarma contra incendios' y yo... ¿cómo? ¿me lo dices en serio? ¿esto es una alarma de incencios? Os juro que parecía más que la III Guerra Mundial fuera a empezar en mi habitación. Me quedé bastante perpleja, pero entonces oí una vocecita que desde atrás me dijo'¿quieres una chaqueta?' y yo, claro, sí, gracias, un alma caritativa que en ese momento pensó más en mí que yo misma me ofrecía una chaqueta que rápidamente sacó de una mochila y me la dió, y al ponérmela me acordé de que estaba prácticamente desnuda en medio del patio de la residencia. Entonces dije en voz tenue... pues menos mal que no me ha pillado en la ducha... y oí unas risas de fondo, me alegra saber que puedo recuperar pronto el sentido del humor en los momentos de máximo nerviosismo.
Al poco tiempo empezó a llegar más gente, todos con la misma pregunta, a la que se ve que solo los veteranos del lugar tenían respuesta. A los 5 miutos cesó el horripilante sonido y sin que nadie nos dijera nada, volvimos a nuestras habitaciones ('esto es siempre alguien que fuma en la habitación', volvió a sentenciar la voz de la veteranía, que no olvidemos que es un grado). Yo tuve que esperarme un rato más medio desnuda en el descansillo de nuestro piso, porque con la estampida de mi habitación, me había dejado las llaves dentro, pero al menos ya no tiritaba.
Fue un momento horroroso y perfecto para comprobar que nadie había actuado como teníamos indicado hacerlo en caso de oír la alarma de incendios. Seguramente, porque nadie entendía al oír aquello, que semejante ruido de sirena atronador era la alarma de incendios. Menuda efectividad la de aquella alarma.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Embudos humanos

A un spanishito de a pie, una de las primeras cosas que le puede sorprender andando por las calles de Londres es ver que existen personas desayunando a primerísima hora (por ejemplo, a las 8) en un McDonalds. Para muchos de nosotros éste es un lugar al que ir a comer, a cenar, a comer algo a media tarde, pero para desayunar???
Pero solo es una de las cosas que sorprende. Otra que a mí personalmente me parece muy curiosa pero no me gusta tanto es el conjunto de embudos humanos que uno puede llegar a atravesar durante el día.
Hoy, sin ir más lejos. Al ir a entrar en la estación de metro que cojo cada día para ir a clase (no, no he vuelto a mis tiempos de mocedad, es que estoy en Londres haciendo un curso intensivo de inglés), me he encontrado un grupo de unas 60 personas que pretendían entrar al metro, y lo estaban haciendo de dos en dos o de tres en tres, por ejemplo, y todo ello para evitar una aglomeración en los andenes... cuando me he querido dar cuenta de que aquello era un embudo, ya no he podido salir, tenía unas 40 personas por delante (ya me quedaba menos) y otras 40 por detrás. Ligero mal rato hasta que consigues llegar al interior. Pero es que me ha pasado lo mismo un par de veces más durante el y a las 6 de la tarde en la estación de vuelta!!!! I can't believe it! (mi curso va surtiendo efecto, como veis...).
Os dejo, que en London la gente se recoge bastante pronto (si no calculo mal, deben de llevar una o dos horas de adelanto respecto a Spain [en horarios de comidas, ocio, etc...]) y para ser lunes, ya vale.

The tube

En el metro de Londres veo lo que no veo en el de Barcelona. En el tube, a primera hora por ejemplo, se ven muchísimos hombres bien elegantes con traje y corbata y maletín (o sin maletín), eso a primera hora, en el metro de Barna no ocurre nunca. Viajamos gente normal, vestida de forma sencilla y los hombres que se ven no suelen llevar traje y corbata. Supongo que en Barna, los encorbatados van en taxi, coche particular o lo que sea, pero en metro no. Aquí ocurre diferente, los encorbatados no se están de prejuicios y se suben al metro y se apretujan entre la muchedumbre tan tranquilamente. Lo curioso, en este caso, es que la muchedumbre son ellos. Y yo soy la rara, la 'normal'. Y me encanta apretujarme a esa muchedumbre, por raro que parezca, puestos a elegir...

jueves, 3 de septiembre de 2009

Acentos

Había yo preparado un enorme discurso para demostrar lo mucho que se puede escribir en castellano desde un teclado inglés (que no disponen de acentos) cuando justo una antigua compi de escuela que desde hace tiempo vive en Londres y con la que me comunico a través del inefable Facebook me ha dado un consejo para poder ponerlos... así que el discurso que me llevó horas escribir ya no sirve para nada... bueno, en realidad sirve para demostrar que el lenguaje de montones de hispanohablantes tiene más palabras sin acentos de las que creemos, pero como texto divertido con el que animar mi blog ya no sirve :-(

Así que con la alegría de poder mantener mi blog correctamente acentuado, os dejo. Y hoy un poco rápido, lo reconozco, porque quiero ir a visitar un famoso cementerio con espectaculares estatuas mortuorias y en el que te cobran dinero por entrar (vivo, supongo) y un plus si llevas idea de hacer fotos... y si veo imágenes interesantes, prometo contaros...

See you!

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