sábado, 20 de marzo de 2010

Naftalina

Las personas se dividen en dos tipos: los que saben lo que tienen delante y los que saben lo que tienen delante y también lo que tienen detrás. Es decir, hay personas en el mundo que tienen una gran capacidad para controlar el espacio físico que les envuelve y otras no.
A tan sesuda conclusión he llegado tras miles de viajes en metro. Cualquiera que viaje habitualmente en un transporte público como el metro habrá podido comprobar que las experiencias que se viven junto a otros humanos en cada viaje son ilimitadas. Hoy me centraré en la ignorancia espacial.
A menudo observo (por no decir sufro) a personas que entran en un vagón de metro y se colocan donde mejor les parece. Lo curioso es que a veces se sitúan frente a mí, me dan la espalda y no dejan ni 10 centímetros de espacio entre los dos, cuando por delante tienen mucho espacio porque no hay nadie enfrente. Es algo que me sorprende sobremanera y me da que pensar.
Pero vamos a ver, señores míos, ¿no ven ustedes que se están pegando a la persona que llevan detrás? Si vamos como sardinas no hay nada que objetar porque más que ubicarnos, nos acoplamos o nos embutimos donde buenamente podemos, pero si el vagón va medio vacío… hombreeee, que no, que no, ¿qué necesidad tengo yo de oler la naftalina de su abrigo? Algo así lo suelo solucionar rápido porque me entra un repentino y breve ataque de tos que a la fuerza tiene que sentir la persona en cuestión en su cogote y que provoca el inmediato adelantamiento de uno o ambos pies, con la consiguiente liberación de espacio. Pero no deja de resultarme curioso, puesto que la persona primero entra en el vagón y luego se coloca de espaldas a mí, de modo que a la fuerza ha tenido que verme de cara en algún momento, sabía que estaba yo allí…
Con la actitud de las personas frente a la vida ocurre lo mismo. Conozco a gente que a menudo lo tiene todo disponible por delante y sin embargo no sabe (o ha olvidado, porque es obvio que alguna vez lo supo) lo que queda por detrás. A mí en el fondo me dan mucha pena. Más les valdría hacerse buenas composiciones de lugar antes de seguir, no vaya a ser que alguien les tosa por detrás y tengan un disgusto…

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