sábado, 26 de junio de 2010

Viajar

Viajar es ir mientras tú vuelves. Viajar es tomarte un vino blanco mientras un jovencísimo camarero te arranca una sonrisa.
Viajar es subir a un tren, descubrir unos árboles de un verde que nunca había visto. Mirar por la ventana y también descubrir unos edificios que no conocía. Tal vez nunca viajé en ese lado del tren, ya sería casualidad.
El viaje fue muy plácido, casi siempre lo es, será por lo rápido. Una vez allí me sentí como aquí, en casa. Lo pasé bien, me divertí, descansé poco y volví.
Y volviendo redescubrí lo maravilloso que es, por un motivo o por otro y sea cual sea el destino, eso de viajar.

Viajar también es… cerrar los ojos y dejarse llevar.

jueves, 24 de junio de 2010

Reír es bueno

Reír es bueno, lo dice todo el mundo y aunque sea por una vez, todo el mundo tiene razón, pero hace poco solté una carcajada en un momento bastante inadecuado, porque lo que dijo el moderador de una charla a la que asistí no era gracioso, pero el error que cometió y del que probablemente solo me di cuenta yo, sí lo fue.
Veréis, la tarea del susodicho era presentar a las distintas personas que iban a salir al estrado a contarnos cosas muy interesantes. Yo sé que hablar en público no es fácil y hay quien tiene más maña, hay quien tiene más fuerza y hay quien no tiene ninguna de las dos. Pero por suerte son pocos los que se ponen delante de un micrófono sin tener ningún talento para hablar frente a un público.
De pronto, cuando iba a presentar al segundo orador, dijo… y este hombre es en estos momentos el socio fundador de la empresa X. Ahí fue cuando de la manera más espontánea salió la carcajada de mi boca. No me miraron todos, solo los que tenía más cerca, pero yo puse de inmediato una cara de tanto interés que todos se volvieron de nuevo hacia el orador en cuestión.
Vamos a ver, yo lo lamento por el moderador, pero socio fundador se es siempre. Si hubiera dicho socio, otro cantar hubiera cantado, pero solo se puede fundar una vez, por lo que si ese hombre era el socio fundador de la empresa X, lo fue cuando se fundó, lo es ahora y lo será siempre; es decir, que dentro de 10 años, lo diremos en pasado, pero diremos que ese hombre fue el socio fundador de tal cosa. Total, que reír es bueno, pero yo metí la pata de la manera más tonta, porque lo peor de todo es que solo yo y ahora vosotros, sabemos por qué.

domingo, 13 de junio de 2010

Espontáneo

Los domingos por la mañana, siempre que puedo, me dedico a repasar la prensa mientras desayuno. El desayuno es largo, por supuesto, que para eso es domingo, y así me da tiempo a repasarla bien.
Esta mañana también he podido y eso he hecho, Vanguardia en mano, página para delante página para atrás, me he ido enterando de todo.
E independientemente de las noticias, lo que más me ha llamado la atención han sido tres cosas: que los titulares del suplemento Dinero llamen a las cosas por su nombre tan mundanamente, A veces estrictos, a veces idiotas, rezaba uno (me ha sacado una sonrisa); que quede al descubierto que Fernando Carro, presidente de Círculo de Lectores, es tan poco diplomático como parece (me ha arrancado otra sonrisa), y la increíble espontaneidad de David Bisbal, que desde el Magazine me ha arrancado más de una carcajada, concretamente dos, y eso que no me he leído la entrevista entera.
Hay que ver lo que me ha alegrado el día la espontaneidad de algunos: los titulares tan directos no son sino un ejemplo de claridad, que adoro, y la diplomacia no es más que la simulación de las buenas formas, que bienvenidas sean por otro lado, y la naturalidad de Bisbal no es más que el buen reflejo de su sencillez, llegue a donde llegue el chico, que llegará.
Qué gran virtud esa de la espontaneidad, a mí me lo parece. Pero igual que me parece una gran virtud, también me parece que no sirve para todos. Que no todas las naturalezas son igual de fascinantes y a veces un poquito de miramiento y cuidado en lo que se dice o hace consigue mejores efectos que una naturalidad abierta.
Es decir, que cultive la espontaneidad quien pueda, y me consta que aquí podéis muchos.

miércoles, 9 de junio de 2010

Fiumicino

Fiumicino, 30-5-2010. Así comienza mi última libreta de viajes.
Tal vez no sepáis que soy muy amiga de las libretas. Siempre tengo alguna cerca, en el trabajo, varias, y en mis viajes, también. No las he tenido siempre. Empezaron en el viaje a Nueva York. Probablemente pensé que era un viaje lo suficientemente importante como para plasmar algunas ideas por escrito, y así fue.
La última la compré en el viaje de vuelta de Roma. En el aeropuerto de Fiumicino. Siempre llego con mucho tiempo de antelación, aunque no facture las maletas, soy algo agonías para los aeropuertos, así que siempre me sobra tiempo para pasear, para observar, para recordar, para pensar o incluso para comer y comprar algo. Y eso fue lo que hice en Fiumicino. Comí algo y me fui a dar una vuelta por todas las puertas de embarque, me divierte mucho imaginar a todas las personas ahora en Roma y en unas horas en Munich, París, Madrid o cualquier otro destino. Y lo que nunca me suele interesar de un aeropuerto son las tiendas, será porque tampoco me suelen interesar fuera de los aeropuertos, pero una llamó mi atención, vendían papeles en diversos formatos. La calidad del papel es famosa en Italia, así que entré a echar un vistazo. Y me llamó la atención una libreta negra, muy bonita, de tapa dura y elegante tacto, pero el interior no me gustaba tanto, las rayas nunca han sido mi fuerte, así que me la quedé cuadriculada, pero en otro color. Y fui a sentarme cerca de mi puerta de embarque.
Y empecé a escribir mis sensaciones en aquel momento y las últimas horas del viaje, pues las experiencias de los días anteriores estaban en otra libreta.
Me tomé el final de ese viaje tan mágico como el principio de algo, de la libreta en primer lugar. Me gusta pensar que el final de una experiencia puede ser el principio de otra, tal vez mejor, por qué no.
Pero cuando levanté el bolígrafo de la libreta y me dirigí hacia la puerta de embarqué descubrí que habían cambiado la puerta de mi vuelo. ¡Tenía que recorrer medio aeropuerto! Eché a correr lo más rápido que pude y llegué cuando entraban los últimos pasajeros. Uf… llegué.

sábado, 5 de junio de 2010

Operación biquini

Hace unos días, me llamó una amiga preocupadísima porque se ve que nos han engañado un poco con lo del 5% de los funcionarios, sí, el 5% en la nómina normal, pero bastante más en las pagas extras, con lo que el recorte, solo de verlo en el papel, ya le produjo un patatús a mi amiga, funcionaria por cierto. “Me llevo el decreto a casa para leerlo con detenimiento”. No me extraña, hasta yo me lo leería con detenimiento para saber de qué va, pero ya me leeré en su día lo que me toque a mí, ya…
Y como las dos amigas tenemos en común el insertar buenas dosis de humor cuando de hablar de problemas se trata, de pronto me dijo “a partir de ahora quedaremos para pasear, como hacían nuestros padres”, pero lo dijo como si fuera sinónimo de ahorrar, porque en nosotras esto no tiene nada de novedoso. Las dos hemos acabado muchas veces Diagonal arriba o Diagonal abajo, chino chano hasta nuestras respectivas casas, resolviendo nuestros problemas porque los del mundo van después. Pero eso ocurre los fines de semana, porque entre semana ella pasa por la Diagonal a una hora y yo a otra, y en un arranque de ahorro absoluto me dijo que a partir de ahora en lugar de mandarnos sms, nos dejaríamos notas en un árbol de la Diagonal, yo paso primero y le dejo una nota y luego pasa ella y la ve. Lo mismo, pero gratis. No lo acabamos de ver muy viable y no lo haremos, pero me pareció muy divertido, excepto si sopla una ventolera que para qué y se nos lleva la información…
Ayer otra amiga, casualmente también funcionaria, me mandó un sms para proponerme unos planes y además, para decirme que estaba preparando la cena, sana, por aquello de la operación biquini. En el fondo, algo similar a los planes de recorte de la economía, que me parece algo tarde para ponerlos en marcha, pero confiamos en que sirvan para algo.

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