domingo, 26 de septiembre de 2010

Dos mejor que uno

Hace unos días os hablé de unos ojos azules hermosísimos y de otros aterradores, pero no os conté que el color de ojos que más me gusta es el que no sé definir. Seguro que todos conocéis a alguien cuyos ojos son azules o verdes o grises o marrones o todos a la vez. Esos son los que más me gustan. Los que sin duda me lían.
Pero no quería hablaros hoy de ojos otra vez, quería hablaros de besos (vamos mejorando, eh), en concreto de la costumbre de dar un beso, dos, tres o incluso cuatro para saludarse o despedirse, según los países.
En Irlanda es muy raro que alguien te salude con un beso, lo hacen siempre con la mano, así que la mujer que me esperaba en el aeropuerto se quedó algo petrificada cuando le estampé dos besazos de bienhallada en la mejilla (la española cuando besa…). Como al instante entendí que no era así como tenía que saludarles, al hombre le tendí la mano.
Lo gracioso es que después de convivir dos semanas con la familia, el hombre quiso despedirse a la española y el detalle hubiera quedado de lo más hermoso de no ser porque el hombre me dio solo un beso y claro, el siguiente se lo di al aire y aunque la escena quedó muy divertida, no me hizo mucha gracia, que en los tiempos de crisis que corren, no estamos como para desperdiciar nada, y menos un beso :-)

martes, 21 de septiembre de 2010

Ojos azules

Los ojos azules más impresionantes del tren estaban sentados frente a mí, los más aterradores, a mi lado. ¿Qué os parece? Os cuento la historia.

Volvía de Dublín con destino a Cork, en Irlanda. Viajaba en tren porque es, con diferencia, el medio de transporte que más me gusta, o al menos me gustaba.

Sentado de espaldas al sentido del tren y, por tanto, frente a mí, iban los ojos impresionantes. Su dueño era un hombre de edad bastante incierta. Y digo incierta porque tanto podría haber tenido 45 como 60. Llevaba un aspecto algo andrajoso y envejecido, pero esa mirada tan limpia y cristalina probablemente le rejuvenecía.

Los ojos aterradores llegaron a mi lado de casualidad. El único asiento libre que quedaba en el vagón era el que estaba a mi lado y al hombre, de edad nada incierta, le debió de parecer estupendo.

Tan pronto llegó, todos nos dimos cuenta de que algo fallaba en su cabeza, no paraba de dar voces y sus movimientos eran demasiados bruscos para la polite Irlanda.

Que los ojos más impresionantes y los más aterradores coincidan en color no era casualidad. El tren iba a rebosar de ojos azules, por lo que la excepción eran los demás colores, así que la rara era yo…

El viaje (de algo menos de 3 horas) discurrió entre las voces de uno, el silencio de los otros, los litros de té que llegaron a beber entre todos y mi cabeza, que no paraba de darle vueltas a tan extraña situación. Por fortuna, cuando no podía aguantarlo más, los ojos impresionantes estaban ahí para relajarme, hay veces en que los ojos azules pueden llegar a tener un efecto parecido al de una mañana cálida de verano frente al mar.

Al llegar a Cork, el loco bajó el primero, estupendo, pero entre mi estupefacción y la charla que inevitablemente se inició entre los demás viajeros, que también habían padecido lo suyo, no me di cuenta de cuándo se bajaban los ojos impresionantes. Suerte que Cork es una ciudad muy pequeña y poco más allá de la estación pude alcanzarlos y, por supuesto, seguir practicando mi inglés.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Éire

¡Me voy a Irlanda, xiquets! Decidí este año cambiar de acento e Irlanda fue la elegida. Me voy unos días a Irlanda a ver qué descubrimientos hago. Mi objetivo principal es estudiar inglés, el inglés de Irlanda. Pero me conozco, y no me conformaré solo con eso. Este año no sé si habrá alarmantes alarmas de incendio, pero haya lo que haya, espero que me halle bien. Os lo contaré cuando pueda. Si me lo estoy pasando de miedo, olvidaos, lo haré a la vuelta. Si, en cambio, pese a pasármelo muy bien (no espero menos), tengo un minutillo, os haré partícipes de mis aventuras :-)
Mientras eso ocurre, os dejo con mis textos pasados ¿los habéis leído todos? La mayoría son atemporales… y con esta buenísima canción de una de las grandes glorias que ha salido de Irlanda, el grupo U2. Besos a todos y hasta la vuelta.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Gestiones

Gestión debería definirse en el diccionario como carrera de obstáculos. Os explico por qué.

Sin ánimo de emular al grandioso Larra (grandioso al menos en talla literaria, que no sé si fue muy atlético el hombre…), me encuentro en tesitura de corroborar todas y cada una de sus palabras.

Intento aprovechar siempre que tengo vacaciones para hacer las máximas gestiones posibles. Meterse en asunto de papeleos (ya sean jurídicos, económicos o médicos) siempre es tema de mucha paciencia y buen ánimo y, al menos en mi caso, suele abundar durante las vacaciones.

Os contaré solo un ejemplo. Necesito una copia de mi título universitario. Bien, pues fui a principios de agosto a pedirlo e, ilusa de mí, me encontré con que la secretaría estaba cerrada a cal y canto hasta el 1 de septiembre. Tremendo fue mi asombro. Yo entiendo perfectamente que agosto sea el mes de vacaciones por excelencia y que muchos negocios estén cerrados unos días… pero ¿un mes entero?, ¿y cerrado por completo?, ¿nadie de guardia? Aluciné, claro está, pero pensé que esperaría pacientemente hasta el 1 de septiembre para conseguirlo. Aisss, ilusa de mí otra vez. Llamé esta mañana para informarme y un amable señor me ha comentado que no tengo nada que hacer hasta dentro de unos días. ¡Cómo! Exclamé yo, ¿siguen de vacaciones? No, no, ha sido su respuesta. Sí han vuelto, pero los primeros días solo se dedican a las matriculaciones de los estudiantes y no te podrán atender… es decir, que a todos mis efectos, siguen de de vacaciones… pues nada, como dentro de unos días seré yo la que no esté en el país, tendré que esperar a mi vuelta. Vuelva usted… cuando le dé la gana, pero mañana no.

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