sábado, 4 de junio de 2011

Humo

Diálogo escuchado una mañana de sábado temprano entre un niño y una madre:

- ...mmmmm, mamá, ¡¡¡qué bien huele!!!
- La butifarra, ¿verdad?
- No, el humo.

No sé qué cara ha puesto la madre porque yo iba de camino al mercado y ya los había cruzado cuando el niño ha comentado sus preferencias, pero yo me he sonreído mucho porque corrobora una de las verdades más universales del mundo: que los niños tienen una espontaneidad maravillosa.
La escena tenía lugar en la plaza que hay frente al mercado que tengo muy cerca de casa. Este fin de semana son las fiestas del barrio y entre las múltiples actividades que proponen los organizadores, celebran una butifarrada popular, qué gran idea, la gente acude en masa, me consta. Por eso he ido a comprar antes de lo que habitúo.
Lo que se olía en la plaza en ese momento era, en efecto, las brasas para hacer las butifarras y resulta cuanto menos curioso observar que mientras el subconsciente de la madre ya estaba pensando en el resultado, el niño seguía disfrutando de la realidad.

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