domingo, 10 de febrero de 2013

Quien hace lo que puede, no está obligado a más

Quejarse es necesario. Imprescindible diría yo. Cuando algo no es correcto, cuando alguien se salta la ética, cuando hay abusos de poder, cuando no se entiende lo que está ocurriendo, lo lógico es quejarse.

Pero quejarse también es un arte, para mí. Para nuestra desgracia, en la sociedad actual, tenemos mucho de lo que quejarnos, y por ello hay algunas personas que se han instalado en la queja constante. Todo el día se van a quejar. ¡No puedo más!

A ver, ¿por qué no damos un paso más?, ¿qué hacemos para solucionar la situación? Yo, que cuando me lo propongo soy persona razonable hasta la extenuación, te diría que empecemos haciendo lo que esté en nuestra mano. Y poco a poco llegaremos al objetivo final.

Ambicionar objetivos enormes está bien para un sueño, pero para la vida real puede resultar algo ‘descalabrante’. Abogo porque te plantees objetivos más pequeños, alcanzables, y a medida que los vayas superando, aumentes el grado de objetivo a cumplir.

Y con la situación actual, de la que nos pasamos el día quejándonos, lo mismo. Vamos a intentar solucionar lo que podamos. Primero será lo que esté en nuestra mano: nosotros, nuestra casa, nuestro barrio, nuestro lugar de trabajo, y luego, si llegas, vuelve a replantearte la situación, porque en unos años tanto tu situación personal como la sociedad habrán cambiado y tal vez el objetivo a seguir que te habías planteado con la mano en alto cuando tenías 25, ya no tiene mucho sentido en tu nuevo yo.

Hoy me ha apetecido hablar de esto porque los fines de semana por las mañanas escucho el programa A vivir que son dos días, de Javier del Pino, en la cadena SER. Me gusta comprobar que el programa que el año pasado se centraba en un típico debate (soberbiamente moderado por Montserrat Domínguez) sobre cualquier tema de actualidad se ha transformado en un programa reivindicativo en el que muchas personas que están luchando duro por los derechos de los demás, ya sea en un barrio de Madrid o en un rincón de la India, tienen voz.

Un profesor que tuve yo de pequeña nos decía en clase… ‘quien hace lo que puede, no está obligado a más’; entonces no veía la sorna de la frase, pero ahora sí… ¿cómo se sabe lo que se puede?

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