domingo, 24 de marzo de 2013

Ruido

Hace un tiempo os escribí sobre la importancia de dominar el espacio físico. Y hoy os quiero comentar algo parecido, pero con respecto al ruido.
Es problema común a casi todos los mortales el de sufrir los ruidos de los vecinos. Da igual si vives en un piso, en una casa, en una cabaña, en un pueblo, en una ciudad, antes o después sufres el ruido (normal o no tanto) de los vecinos.
Yo os quiero hablar hoy de dos ejemplos opuestos, mi vecino de arriba y mis vecinas de al lado. El vecino de arriba es bastante escandaloso. No es constante, pero sí molesto. Cuando se ducha grita como si el agua le estuviese cortando la piel, por suerte se ducha rápido. Y sobre sus muebles tengo una teoría, o se mueven solos sin saber dónde ubicarse, o mi vecino es un indeciso que no domina el feng shui, porque noche tras noche antes o después de la hora de cenar, sus sillas, mesas y sofás se mueven inexplicablemente; me lo imagino haciendo prácticas de decorador de interiores.
Mis vecinas de al lado son su antítesis, no las oigo nunca. Sé que están porque alguna vez veo la luz de su cocina encendida, pero me sorprende sobremanera no oírlas ¡porque son dos chicas jóvenes! De un perfil así uno se espera fiestas, reuniones de amigos, música alta… pues no, ellas son genialmente anormales. Y las adoro por ello, no quiero que encuentren novio nunca, que no se vayan de aquí porque yo sé que un fenómeno así es irrepetible.
Y acabo como empecé, demandando la importancia de dominar el ruido que producimos. No vivimos solos en el mundo, por lo que ¿qué te hace pensar que el ruido que tú haces le resulta indiferente a las personas que tienes a tu alrededor? 

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