viernes, 29 de marzo de 2013

Barry Manilow

Hoy quiero compartir con vosotros mi último gran descubrimiento, Barry Manilow. Es autor de varios éxitos musicales de hace unas décadas, una estrella en Estados Unidos y probablemente en el resto del mundo. Sé que llego 30 años tarde, pero más vale tarde que nunca.
Le descubrí, como muchas cosas buenas, por casualidad. Mi pareja me quiso mostrar un vídeo de YouTube y en su lugar me puso otro que tenía como base el Copacabana de Manilow. En seguida me puso el que él quería, pero ya no pude quitarme las graciosas notas de la cabeza… en cuanto las busqué descubrí un vídeo que me dejó boquiabierta. Una actuación en un concierto en Pittsburg, en los 80, su época gloriosa, imagino. Qué descubrimiento. Qué personaje.
Después del primer impacto, le he buscado en vídeos y más vídeos, en directo, en grabado, en entrevistas… y me quedo con casi todo (el botox no), con lo divertido de este hombre, con su peculiar cara [que a la postre me hace imposible que le crea cuando canta canciones de desamor romanticonas], con su voz, en ocasiones desgarrada. Lástima que ya no tenga edad (o ganas, probablemente) para hacer giras mundiales.
Además de entretenerme un ratito, y a la vez yo a mi pareja cuando me pongo a bailar el chacha por el pasillo de casa [ya no puedo parar], Barry Manilow me hace reflexionar sobre la suerte que tenemos de acumular el talento de los artistas que pasaron por el mundo años antes de que naciéramos y contar, seguro, con todos los que vengan después. No nos olvidemos de sumar lo de antes con lo de después. Todo suma y nosotros no podemos hacer otra cosa en este caso que salir ganando con ello.

domingo, 24 de marzo de 2013

Ruido

Hace un tiempo os escribí sobre la importancia de dominar el espacio físico. Y hoy os quiero comentar algo parecido, pero con respecto al ruido.
Es problema común a casi todos los mortales el de sufrir los ruidos de los vecinos. Da igual si vives en un piso, en una casa, en una cabaña, en un pueblo, en una ciudad, antes o después sufres el ruido (normal o no tanto) de los vecinos.
Yo os quiero hablar hoy de dos ejemplos opuestos, mi vecino de arriba y mis vecinas de al lado. El vecino de arriba es bastante escandaloso. No es constante, pero sí molesto. Cuando se ducha grita como si el agua le estuviese cortando la piel, por suerte se ducha rápido. Y sobre sus muebles tengo una teoría, o se mueven solos sin saber dónde ubicarse, o mi vecino es un indeciso que no domina el feng shui, porque noche tras noche antes o después de la hora de cenar, sus sillas, mesas y sofás se mueven inexplicablemente; me lo imagino haciendo prácticas de decorador de interiores.
Mis vecinas de al lado son su antítesis, no las oigo nunca. Sé que están porque alguna vez veo la luz de su cocina encendida, pero me sorprende sobremanera no oírlas ¡porque son dos chicas jóvenes! De un perfil así uno se espera fiestas, reuniones de amigos, música alta… pues no, ellas son genialmente anormales. Y las adoro por ello, no quiero que encuentren novio nunca, que no se vayan de aquí porque yo sé que un fenómeno así es irrepetible.
Y acabo como empecé, demandando la importancia de dominar el ruido que producimos. No vivimos solos en el mundo, por lo que ¿qué te hace pensar que el ruido que tú haces le resulta indiferente a las personas que tienes a tu alrededor? 

domingo, 17 de marzo de 2013

Sí o no


Rechazo plenamente la expresión sí o sí, que tan de moda se ha puesto últimamente entre los hispanohablantes, al menos de España. La rechazo por dos motivos: el primero porque es incorrecta. La letra o en este caso es una conjunción disyuntiva, esto es, que opone dos supuestos, tal como indica la definición de la RAE ‘Denota diferencia, separación o alternativa entre dos o más personas, cosas o ideas’. Así pues, lo que vaya antes y después de la o tiene que ser diferente u opuesto: Juan o Pedro, blanco o negro, chorizo o salchichón, pero no puede ser igual, ¿qué estás contraponiendo, entonces?, ¿qué sentido tiene? Pues sí, tiene uno, el que me lleva al segundo motivo por el que rechazo esta expresión: dictatorial.
Una vez nos permitimos la licencia de decir una incorrección, cuando decimos que algo tiene que ser sí o sí, estamos diciendo que no tienes ninguna opción de que sea que no. Ingéniatelas como quieras, pero lo vas a tener que hacer. Sea como sea (una bonita expresión que podría sustituir a la horrorosa sí o sí). Me parece de lo más dictatorial.
Entiendo que haya momentos en los que hay que hacer algo porque no queda más remedio. Vale, pues dilo así, no hay más remedio, no tienes otra opción, estamos obligados, pero aisssss, cuánto cambian las tornas si lo decimos así. Fijaos bien: si decimos sí o sí, la dictadura se ha impuesto, si decimos no hay más remedio es que las circunstancias nos pueden haber llevado a ello y puede que quien lo diga también esté en la misma situación.
Lo siento, pero no me pienso apuntar al carro del sí o sí. El español tiene un vocabulario lo suficientemente rico para expresarse mucho mejor.

jueves, 14 de marzo de 2013

Vergüenza ajena


La gente no tiene muchas luces en general, pero no os espantéis, que para nuestra tranquilidad, también hay muchas personas inteligentes.
Digo que la gente no tiene muchas luces cada vez que veo el programa Ridiculousness, que dan en MTV de vez en cuando, traducido al español como Vergüenza ajena (el título lo dice todo).
Es un programa que recoge vídeos de Internet en los que aparece gente que tiene accidentes fortuitos, caídas inesperadas, etc. Hay algunos que son claramente un accidente. Una persona quería hacer algo, tirarse de cierta altura a un río y acaban estampándose en la tierra porque no han calculado bien, accidentes mientras se practica deporte y otros accidente que podemos sufrir todos en nuestra vida cotidiana; pero también hay muchos que son bromas que se gastan entre los amigos, familia o pareja y que a ellos nos les debe haber hecho mucha gracia, pero al espectador sí (y hace más gracia porque los presentadores del programa añaden un toque de humor muy divertido).
Es en ese momento, durante cada programa, cuando pienso que hay muchas personas que no tienen dos dedos de frente. ¿Qué esperan que pase si hacen sentar a una persona en un sofá bajo cuyo asiento han puesto un airbag? La lógica dice lo que acaba pasando, que el que se siente saldrá volando y vete a saber dónde acaba cayendo, si es dándose en la cabeza contra un mueble, ya tenemos un lisiado en el más optimista de los casos. Pero las personas que urden estas bromas no piensan en lo que puede pasar sino en lo bien que se sienten preparando la broma. Y me molesta.
Yo me río sobremanera en cada uno de los programas, pero no puedo evitar pensar en cuántas consultas de urgencias se habrán llenado con gente de este programa; para mi gusto, sobran, ya me reiré con otra cosa.

domingo, 10 de marzo de 2013

Tiempo


Ayer vi una interesante entrevista al neurólogo Álvaro Pascual-Leone en la que hablaba de la dificultad del ser humano para tomar decisiones, lo mucho que influyen nuestros miedos al cambio, el miedo al fracaso o el sencillamente no saber lo que queremos. Habló de lo irracional del cerebro humano, algo que me llamó poderosamente la atención, pero que entendí cuando puso varios ejemplos de cosas que el cerebro cree de una determinada manera cuando en realidad no lo son (dos pedazos de tortilla iguales puestos uno en un plato grande y otro en un plato pequeño, el segundo nos parecerá siempre más grande, pero en realidad es igual que el otro).
Menuda bofetada de humildad recibí. Acaso cuando crea que algo es como yo creo que es, quepa la posibilidad de que no lo sea.
Hace tiempo os colgué una canción de Julieta Venegas, Sería feliz, que esta semana ha vuelto a mi mente porque la cantante estadounidense/mexicana ha pasado por España para dar algunos conciertos. Conste que no he asistido a ninguno porque no me gusta tanto, pero la canción sí.
La canción tiene un tono triste, lo reconozco, aunque muy coherente. Sería feliz es condicional, si pudiera, si tuviera… me gusta para una canción, pero no para mi yo ni para mi ahora. No quiero pensar en condicional, prefiero pensar en presente o, como mucho, en futuro de indicativo, me resulta bastante más práctico y útil para mi vida cotidiana, aun contando con una cerebro irracional.

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