sábado, 28 de septiembre de 2013

Ikea's Experience

Hace una semana tuve ocasión de montar mis primeros dos muebles de Ikea. No es fácil. Tampoco difícil, no nos vamos a engañar. Las instrucciones son muy claras y si las sigues a pies juntillas, un maravilloso mueble puedes montar con tus propias manitas.

Barato es, eso es indiscutible, porque dos cómodas por poquísimo más de 200 € no se puede llamar caro, y más cuando son tan majas y fuertes, pero el esfuerzo que supone montarlas no sé si equivale al doble de dinero. Os cuento por qué.

Sacarlo de la tienda ya es un esfuerzo, tienes que meter en el coche unas cajas enormes que pesan un demonio. Una vez en el lugar de destino, se abren las cajas cual regalos de Navidad, me encantó comprobar la limpieza y lógica de las instrucciones (el único problema que le veo a instrucciones ilustradas es que en ocasiones dejan algunos elementos al sentido común y como bien sabido es, el común es el menos extendido de los sentidos…, ojo, no fue nuestro caso).

Montamos el primero y nos llevó casi 3 horas, 5 cajones y mucha ilusión. El segundo mueble nos llevó 2 horas (quiero pensar que la experiencia es un grado…) y 3 cajones, pero el doble de grandes que los primeros. Y voielà, allí se crearon las dos cómodas, lustrosísimas y que nos acompañarán por los siglos de los siglos, amén.

Me gustaría obviar que durante los siguientes dos días tuve unas agujetas impresionantes… será que mis músculos no están acostumbrados a subir escaleras con listones arriba y abajo ni a enroscar los tornillos con fuerza 10. Pero lo hice y ese precio sí que lo pagué.


Pero he de confesar que me lo pasé en grande. El trabajo en equipo siempre ha sido mi especialidad y si el compañero es el adecuado (y en este caso lo era…) la Experiencia Ikea se puede convertir en la mejor. No sé si tanto como para repetir (dadme un tiempo para que se me pasen las agujetas), pero sin duda, fue la mejor.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Relaxing cup of café con leche

Aquí me tenéis, a las 8 de la mañana de un domingo tomándome una relaxing cup of café con leche gracias a mi vecino. Algo pasa en su casa, pero en este momento no me atrevo a confirmar el qué.

Se ha dejado el despertador puesto y no está en casa, con lo cual, llevo más de una hora despierta y una vez superada la fase de ‘ojalá me pueda volver a dormir’ me he decidido a levantarme y aprovechar el tiempo.

Al calor, como os he dicho, de mi buen mug de leche con Nescafé (vamos a ser rigurosos, nada de café con leche), me pregunto cuánto miedo debía de tener la alcaldesa de Madrid a hablar en público y en inglés, para prepararse un teatrillo como el que realizó hace poco más de una semana en la defensa de la candidatura de Madrid a los JJOO de 2020.

A mí lo de la relaxing cup of café con leche no me da ni frío ni calor. Pienso que más que típico de Madrid, es típico de un país entero. ¿Qué será? Un café con leche, por favor. Con la leche fría, corto de café, largo de café, doble de azúcar, sin azúcar, como usted quiera, pero un café con leche.

A lo que voy, que la frase en sí podría llegar a resultar incluso buena, pero el tono con el que hablaba no. Eso en ningún idioma. Al más puro estilo Carmen Sevilla anunciando televisores Phillips, uno puede permitirse las florituras que quiera y los juegos de palabra que sean menester (familia feliz… phillips... algo forzadillo, pero ingenioso). Pero si no tienes su salero y lo que estás presentando es una ciudad como Madrid, mejor decantarse por un discurso emotivo, pero más sosegado, porque de lo contrario, no habrá quien se lo crea.

Eso sí, alabo la capacidad de aprovechar el desastre de Ana Botella que ha tenido la persona que le preparó el discurso, a la alcaldesa no sé si le servirá de tanto, pero a las redes sociales, a los pequeños empresarios que han empezado a comercializar tazas y a las academias de inglés, sí, les ha venido de maravilla.

Moraleja, por desastrosa que sea la circunstancia, intenta sacar algo bueno de ella, porque probablemente, lo habrá.


P.d: Dedico este post a mi vecino, sin su ayuda, no hubiera sido posible... al menos a esta hora ;-)

domingo, 8 de septiembre de 2013

Hombre rico, hombre pobre

Se que os voy a hablar de un topicazo, pero de vez en cuanto no está mal recordarlo... que toda la vida ha habido ricos y pobres es una obviedad, mucho antes incluso de la exitosa serie de los años setenta, pero lo que me llama más la atención es que últimamente he visto dos veces casi seguidas el mismo ‘tópico’ al respecto, de ricos arriba y pobres abajo, os explico a continuación.

Por equis motivos, en las últimas semanas he visto dos películas con un elemento en común: el mundo se había convertido en un lugar horrendo, los habitantes no tienen apenas poder adquisitivo, la violencia se ha apoderado de las calles y la ley del más fuerte o el que mejor sepa buscarse la vida se impone, siempre es un mundo gris. En ambas películas ocurre que el mundo que se encuentra arriba, en situación opuesta es el mejor, el de los ricos, el luminoso en el que la vida es perfecta.
Por supuesto, ambas películas acaban de manera similar, como no puede ser de otra manera, que ambos mundos se unen y deja de haber privilegios entre ricos y pobres.

Eso en el mundo real es algo difícil, pero me gusta pensar que al final todos somos iguales, o no, porque hay personas que todavía creen que la felicidad se puede comprar… que lo crean, yo no.

Ah, tranquilos, no os recomendaré las películas, que eran regularcillas, pero sí os recomendaré que reflexionéis sobre el valor del dinero, sobre lo mucho que se puede disfrutar de la vida sin tantos ceros en tu cuenta corriente, ojo, he dicho ‘tantos’, ¿de verdad la prioridad de tu vida va a ser un cero? Si la quieres, libre eres.

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