No sé si todos lo sabéis, pero hace un par de meses me saqué
el carné de conducir, primera y primera, ole… pero reconozco que aún conduzco de pena, ele.
Si os escribiese mi esposo os diría que no es verdad, que lo
que ocurre es que soy muy exigente y que para ser novel lo hago bastante bien.
Y en una de las dos cosas tiene razón, pero hoy no quiero ser yo el centro de
mi post.
El centro de mi post debería ser el señor que tan ricamente
se ha saltado un stop cuando a mí me faltaban apenas 10 metros para cruzarme
con él. No ha ocurrido nada, pero me siento muy orgullosa de que, ya
instintivamente, mi pie se ha ido directo al freno. Algo voy interiorizando ;-)
Y eso me ha hecho pensar en todos aquellos que dicen que las
normas están para saltárselas. Sí, puedo llegar a estar muy de acuerdo, pero sáltate las que
no hagan daño a los demás. Mi destino no deberías manejarlo tú, o lo hago yo o
quienquiera que sea el que está manejando los hilos de la humanidad, pero a tu
libre albedrío poner en riesgo a los demás, no me parece bien.
Os dejo con un divertido y breve monólogo de Leo Harlem, uno
de mis humoristas preferidos, que en tono jocoso advierte para una campaña de
la DGT, de los peligros que pueden tener algunos despistes al volante.
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