domingo, 9 de febrero de 2014

Philip Seymour Hoffman

El pasado domingo nos sorprendía la noticia de la muerte del actor Philip Seymour Hoffman, por sobredosis de heroína. Lo hizo de la manera más barriobajera, con la jeringuilla aún colgando del brazo. Me espeluzna solo imaginarlo, así que no quiero pensar en la persona que le encontró.


Ya hace años que sabemos que las drogas no son buenas, que enganchan, crean una enorme dependencia y en menor o mayor grado, acaban, primero con tu persona y después con tu vida.

No conozco a nadie que haya comenzado a probar las drogas, se haya hecho consumidor habitual, y haya sido capaz de dejarlas, a nadie. 

Y eso que no estoy en el ambiente de famoseo, de la droga fácil de disimular. Porque no es difícil encontrar drogas en tu vida cotidiana, pero si te enganchas, imagino que es más fácil de ‘disimular’ si tu poder adquisitivo no es el de una persona normal.


Me da mucha pena el caso, porque Seymour Hoffam era el tipo de actor que uno necesita en las películas, que uno echa de menos si ve cierto número de películas y no le encuentra. Un actor de los buenos, de los que querrías que siguiera la estela de Clint Eastwood, que además de deleitarnos con sus enormes películas, ha sido capaz de salvar la vida de un hombre hace apenas unos días, aplicando a sus 83 años, la maniobra de Heimlich a un compañero de mesa que se estaba ahogando durante la cena.

Ahora que aún no hemos caído, di, quién prefieres ser, Clint Eastwood o Philip Seymour Hoffam. Sin duda, tengo claro que yo quiero ser yo, pero si me preguntas al respecto, tengo muy clara la respuesta.

Os dejo con un vídeo deprimente en el que Hoffman hablaba sin reparos de cómo comenzó a tomar drogas… así lo esté viendo desde el cielo, como su última película.


sábado, 1 de febrero de 2014

Michael Bublé

No sé lo que les pasa a los chicos, pero a las chicas, cuando tenemos 15, 16 o nunca se sabe cuándo, deseamos con todas nuestras fuerzas que el chico que nos gusta nos ‘haga caso’, se fije en nosotras, y eso raras veces ocurre a esa edad (¿a alguna? sí, a alguna sí). Pero lo que ocurre con más frecuencia es que escuchas una canción, ves una película y quieres que el protagonista se dirija a ti, eres tú la mujer de todas las canciones, la pareja de todas las películas y ya puede ser el bolero más pasteloso, el Dirty Dancing más obvio, que ahí estamos nosotras para ser las protagonistas.
Pero como os decía, eso rara vez ocurre en la vida real. Ni que te hagan caso, los chicos a esa edad no dan para más.
Pero más adelante sí, tanto hombres como mujeres mejoramos el concepto de romanticismo con la edad y llega el momento en el que nada puede ser mejor que como es.
Algo así me pasó el jueves pasado. Fui al concierto de Michael Bublé, no le había visto nunca en concierto y no me decepcionó, tiene una voz espectacular y aunque confirmo que el Palau Sant Jordi no es el local de Barcelona con mejor acústica, allí es donde tocaba, y allí fui.
Para quien no le conozca le diré que es un cantante canadiense de treinta y tantos, estilo crooner, melódico, tipo Frank Sinatra. Casado con una argentina, sabe un poquito de español y consiguió que su simpatía se multiplicara en el concierto de Barcelona. Cantó varios de sus grandes éxitos, algunos temas de su último disco y alguna de las canciones más románticas del universo. En el fragor del concierto me di cuenta de que todos los tiempos se habían reunido ahí esa noche. Las canciones más románticas, la noche, y el hombre de mi vida sentado a mi lado, la perfección existe.
Las entradas del concierto fueron carísimas, pero valió la pena. Prometo no salir a cenar en 3 meses para compensarlas J pero vivir el momento que viví el jueves, como diría el anuncio, no tiene precio. Así que acabo el post de hoy, sencillamente, porque lo voy a saborear.
Disfrutad de la vida, que es breve…



Y disculpad que el video sea de París, no he encontrado ninguno de esta canción de Barcelona, pero doy fe de que era igual.

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