martes, 24 de junio de 2014

No se puede forzar la máquina

Es lo que hemos pensado todos los que hemos sacado del ascensor del edificio donde vivo a las personas que se habían quedado encerradas.

Volvíamos por la tarde de un agradable paseo por el barrio con helado incluido, cuando al entrar en el portal hemos visto a varias personas arremolinadas delante del ascensor. Al entrar, nos han explicado: el ascensor se ha estropeado con varias personas en su interior. Por fortuna, nosotros tenemos una llave mágica en casa, que abre de forma manual la puerta del ascensor. Hemos ido a por ella y las personas han podido salir, subiendo un improvisado escalón, pero sanas y salvas. Habían bajado medio metro respecto al nivel del suelo.

Hemos pensado que no se puede forzar la máquina cuando hemos visto que del ascensor salían una niña y cuatro adultos más bien fornidos, bueno, no, dejadme decirlo, gordos. Entre los cinco pasaban del peso máximo permitido seguro. Y nos ha parecido que el ascensor ha tenido que estropearse obligatoriamente.


Desde mi humilde, pero lógico punto de vista, eso es lo que le pasa a todas las máquinas, si se fuerzan, se estropean. Incluidas las personas. Ahí lo dejo…

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